Mientras caminaba en el desierto, ella tocaba su guitarra, intentaba alejarse del silencio, de la tensión, de todos los males. No quería pensar en que fallaría, en que nunca llegaria a su destino y que quedaría varada como los 199 que habían intentado lo mismo y no lo habían logrado.
Ella tenía una inspiración infinita, una delicada fragancia que emitía mientras se sentía alegre, una forma de cantar preciosa, pero a pesar de eso no estaba satisfecha con su música, nunca con su música.
Un día, uno de los días más calurosos que existió, apareció en el arenoso horizonte un figura casi esquelética que danzaba y danzaba con una música infernal. Tenía una máscara con una macabra sonrisa grabada en ella, una grieta al lado derecho, guantes rojos y mucho cabello que meneaba mientras danzaba.
Llegó hasta ella, que estaba caminando mientras tocaba su música tan alegre como siempre, mientras emitía su dulce aroma. La criatura la miró atentamente sin interrumpir su danza. Ella dejó de tocar y escuchó la musica del viento. La alegría se borró de su rostro. La criatura empezó a reír, ella dijo:
"El sonido del viento", escuché alguna vez tu leyenda, eres esa criatura, la que hipnotiza a los viajeros y los hace bailar por días hasta que pierden el alma y desparecen. Las personas cuando bailan suelen soltar lo mejor de ellas y eso es lo que tu recoges. Las almas. Su sonido.
De pronto, empezó a tocar su guitarra nuevamente, intentó reír mientras trataba de mejorar el sonido del viento,
mientras lo convertía en rock n roll.
Empezó a bailar y bailar, la criatura hizo lo mismo, era casi una batalla. El sol era cada vez más fuerte, mas intenso, como ellos. Ella empezó a sudar, se cansaba muy rápido; la criatura empezó a reír. Poco a poco ella se fue apagando, pero llegó al punto de confiar tanto en ella misma, de no querer morir ahí, que puso su vida en la música que tocaba, finalmente estuvo satisfecha con lo que hacía y por fin lo logró. Mejoró su música, mejoro el sonido del viento. Lo convirtió en Rock n roll.
Ella cayó, su cuerpo estaba ardiendo, y su alma también. Su cabello aún bailaba con el viento. Sus hermosos ojos se apagaban, pero aún respiraba.
La criatura dejó de bailar. Se dio cuenta de que había perdido, de que no pudo llevarse el alma de ella, de que finalmente estaba libre de hacer eso, de que ya no tendría que vagar por el desierto absorviendo almas para sobrevivir, de que alguna vez tuvo un alma propia, de que alguna vez fue una persona que amó, de que esa chica fue alguna vez su amada, de que esa era la razón por la cual no pudo absorverla, de que aún la amaba y de que finalmente podría buscarla en el mas allá. La criatura se quedó inmóvil mirando al sol. Soltó su máscara y la tiró en la arena, dio un salto y desapareció dejando un delicado rastro de cenizas, polvo y arena.
Los 199 viajeros empezaron a salir de la arena, todos estaban muertos. Caminaron hacia ella, que estaba muy agotada. Le agradecieron, lloraron por ella. Era lo único que podían hacer, ahora sus almas podrán salir de la máscara de la criatura del viento, ahora podrán descansar en paz. Ella sonrió una vez más, mientras sus ojos se apagaban. La arena cubría su cuerpo lentamente, como abrazándola. Su guitarra dejó de sonar, pero su música, al igual que su aroma, fueron llevadas por el viento a lugares inimaginables. Cruzó el desierto, cruzó los mares, cruzó el tiempo. Y por un momento TODO el mundo fue felíz.
La leyenda del viento cambió, ahora ella era parte del relato, ella le dio sentido.
"...Hace un par de horas una galaxia se acaba de crear, hace un par de horas una persona abrazó a otra y la otra sólo se quedó parada, hace un par de horas alguien caminó solo en el desierto, hace un par de horas alguien vio las almas de 199 personas caminando en la oscuridad, hace un par de horas alguien juntó esas ideas y creó una historia..."